Desde las grandes selvas tropicales del mundo hasta los parques y jardines pequeños, desde la ballena azul hasta los hongos microscópicos, la biodiversidad es la extraordinaria variedad de vida en la Tierra. Los seres humanos formamos parte de esa red de seres vivos y dependemos completamente de ella: nos proporciona los alimentos que comemos, filtra el agua que bebemos y nos da el aire que respiramos. La naturaleza es tan importante para nuestro bienestar físico y mental como para la capacidad de nuestra sociedad de hacer frente al cambio global, a las amenazas para la salud y a las catástrofes. Necesitamos que la naturaleza esté presente en nuestras vidas.
Las sociedades solo podrán ser resilientes y sanas si ofrecen a la naturaleza el espacio que necesita. La reciente pandemia de COVID-19 hace que la necesidad de proteger y recuperar la naturaleza sea aún más urgente. La pandemia está haciendo que aumente la concienciación acerca de los vínculos que existen entre nuestra propia salud y la salud de los ecosistemas. Está poniendo de manifiesto la necesidad de unas cadenas de suministro y unos hábitos de consumo sostenibles dentro de los límites del planeta. Esto refleja el hecho de que el riesgo de aparición y propagación de enfermedades infecciosas aumenta a medida que destruimos la naturaleza. Por consiguiente, proteger y recuperar la biodiversidad y el buen funcionamiento de los ecosistemas son fundamentales para reforzar nuestra resiliencia y prevenir la aparición y propagación de enfermedades en el futuro.
Invertir en la protección y recuperación de la naturaleza será también fundamental para la recuperación económica de Europa tras la crisis de la COVID-19. Cuando la economía vuelva a ponerse en marcha, es fundamental no retroceder y evitar quedar atrapados en viejos hábitos perjudiciales. El Pacto Verde Europeo —la estrategia de crecimiento de la UE— nos servirá de brújula en la recuperación y garantizará que la economía esté al servicio de las personas y la sociedad y devuelva a la naturaleza más de lo que le quita. La protección de la biodiversidad está totalmente justificada desde el punto de vista económico. La industria y las empresas dependen de genes, especies y servicios ecosistémicos como insumo crítico para la producción, en particular de medicamentos. Más de la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza y de los servicios que esta presta, y tres de los sectores económicos más importantes, a saber, la construcción, la agricultura y los alimentos y bebidas, son fuertemente dependientes de ella.
La conservación de la biodiversidad puede generar beneficios económicos directos para muchos sectores de la economía. Por ejemplo, la conservación de las poblaciones marinas podría aumentar los beneficios anuales del sector de los productos pesqueros en más de 49 000 millones EUR, mientras que la protección de los humedales costeros podría ahorrar al sector de los seguros alrededor de 50 000 millones EUR al año gracias a la reducción de las pérdidas causadas por las inundaciones. Se estima que la relación coste-beneficio global de un programa mundial efectivo para la conservación de la naturaleza que permanece en estado silvestre en todo el planeta se sitúa al menos en 100 a 1. Se reconoce que la inversión en capital natural, incluidas la recuperación de hábitats ricos en carbono y la agricultura respetuosa con el clima, es una de las cinco políticas de saneamiento presupuestario más importantes, por cuanto ofrece un fuerte efecto multiplicador en la economía y tiene un impacto positivo sobre el clima. Será importante que la UE explote ese potencial para garantizar la prosperidad, la sostenibilidad y la resiliencia en la recuperación.
La biodiversidad es también fundamental para salvaguardar la seguridad alimentaria en la UE y en el mundo. La pérdida de biodiversidad constituye una amenaza para nuestros sistemas alimentarios, lo que pone en peligro la seguridad alimentaria y la nutrición. La biodiversidad es el fundamento de una alimentación sana y nutritiva y mejora los medios de subsistencia en las zonas rurales y la productividad agrícola. Por ejemplo, más del 75 % de los distintos tipos de cultivos alimentarios en el mundo depende de la polinización animal.
A pesar de este imperativo moral, económico y medioambiental, la naturaleza se encuentra en un estado de crisis. Los cinco principales factores directos de la pérdida de biodiversidad —los cambios en los usos del suelo y del mar, la sobreexplotación, el cambio climático, la contaminación y las especies exóticas invasoras— provocan la rápida desaparición de la naturaleza. Somos testigos de esos cambios en nuestra vida cotidiana: bloques de cemento que se erigen en espacios verdes, vida silvestre que desaparece ante nuestros propios ojos y un número de especies en peligro de extinción mayor que en ningún otro momento de la historia de la humanidad. En las últimas cuatro décadas, la población mundial de especies silvestres se ha reducido en un 60 % como consecuencia de las actividades humanas. Y casi tres cuartas partes de la superficie de la Tierra se han visto alteradas, lo que ha confinado a la naturaleza en un rincón cada vez más pequeño del planeta.
La crisis de la biodiversidad y la crisis climática están intrínsecamente relacionadas entre sí. El cambio climático acelera la destrucción del mundo natural a través de sequías, inundaciones e incendios forestales, y la pérdida de reservas naturales y su explotación insostenible, por su parte, son factores clave del cambio climático. Pero, al igual que existe un vínculo entre ambas crisis, también lo hay entre sus soluciones. La naturaleza es un aliado crucial en la lucha contra el cambio climático. La naturaleza regula el clima, y las soluciones basadas en la naturaleza, como la protección y recuperación de humedales, turberas y ecosistemas costeros, o la gestión sostenible de zonas marinas, pastizales y suelos agrarios y forestales, serán esenciales para la reducción de emisiones y la adaptación al cambio climático. La plantación de árboles y el despliegue de la infraestructura verde nos ayudarán a enfriar las zonas urbanas y a mitigar el impacto de las catástrofes naturales.
La pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas se encuentran entre las mayores amenazas a las que se enfrenta la humanidad ante la próxima década. También ponen en peligro los cimientos de nuestra economía, y los costes que conlleva la inacción son elevados y está previsto que aumenten. Entre 1997 y 2011, se estima que el mundo perdió entre 3,5 y 18,5 billones EUR al año en servicios ecosistémicos debido al cambio en la ocupación del suelo, y entre 5,5 y 10,5 billones EUR al año por la degradación de la tierra. En concreto, la pérdida de biodiversidad se traduce en una reducción de los rendimientos de las cosechas y de las capturas pesqueras, un aumento de las pérdidas económicas debidas a inundaciones y otras catástrofes, y la pérdida de nuevas fuentes potenciales de medicamentos.
La UE está dispuesta a demostrar ambición para invertir la pérdida de biodiversidad, asumir el liderazgo mundial predicando con el ejemplo y la acción, y es su propósito contribuir a acordar y adoptar un marco mundial transformador para después de 2020 en la decimoquinta Conferencia de las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica. Aquí debe hacerse gala de una gran ambición, de manera que se garantice que, en 2050, todos los ecosistemas del mundo se hayan recuperado, sean resilientes y estén adecuadamente protegidos. La humanidad debería comprometerse con el principio de ganancia neta para devolver a la naturaleza más de lo que se le quita. En este contexto, la comunidad internacional debe comprometerse a que no se produzca ninguna extinción de especies por culpa de la acción humana, al menos cuando pueda evitarse.
La presente estrategia establece el modo en que Europa puede contribuir a conseguir ese objetivo. Uno de los hitos en ese camino es su objetivo de garantizar que, de aquí a 2030, se vaya recuperando la biodiversidad de Europa en beneficio de las personas, el planeta, el clima y nuestra economía, en consonancia con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y con los objetivos del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático. Encara los cinco factores principales de la merma de biodiversidad, establece un marco de gobernanza reforzada para colmar las lagunas existentes, garantiza la plena aplicación de la legislación de la UE y aúna todos los esfuerzos en curso. La presente estrategia es emprendedora e incentivadora tanto en teoría como en la práctica. Refleja el hecho de que para proteger y recuperar la naturaleza va a ser necesario algo más que legislación. Exigirá la adopción de medidas por parte de los ciudadanos, las empresas, los interlocutores sociales y la comunidad investigadora y de conocimiento, así como asociaciones sólidas entre los niveles local, regional, nacional y europeo. La presente estrategia está en consonancia con las ambiciones y el compromiso establecidos en las orientaciones políticas de la presidenta Von der Leyen y en el Pacto Verde Europeo.
La presente estrategia, adoptada en plena pandemia de COVID-19, será también un elemento central del plan de recuperación de la UE. Será fundamental prevenir futuros brotes de zoonosis y reforzar la resiliencia frente a ellas, así como ofrecer oportunidades empresariales y de inversión inmediatas para que la economía de la UE pueda recobrarse. Todas las nuevas iniciativas y propuestas contarán con el respaldo de los instrumentos de mejora de la legislación de la Comisión. Basándose en consultas públicas y en la identificación de los impactos ambientales, sociales y económicos, las evaluaciones de impacto contribuirán a garantizar que todas las iniciativas alcancen sus objetivos de la manera más eficaz y menos gravosa y cumplan el mandamiento verde: «no ocasionarás daños».
2.- Proteger y recuperar la naturaleza en la Unión Europea
La UE dispone de marcos legales, estrategias y planes de acción para proteger la naturaleza y recuperar hábitats y especies. Sin embargo, la protección no ha sido total, la recuperación se ha llevado a cabo a pequeña escala y la aplicación y el control del cumplimiento de la legislación han sido insuficientes. Para que, de aquí a 2030, se vaya recuperando la biodiversidad, debemos reforzar las medidas de protección y recuperación de la naturaleza. Esto debe hacerse mejorando y ampliando nuestra red de espacios protegidos y desarrollando un ambicioso Plan de Recuperación de la Naturaleza de la UE.
2.1.- Una red coherente de espacios protegidos
La biodiversidad prospera mejor en los espacios protegidos. No obstante, la actual red de espacios jurídicamente protegidos, incluidos los que disfrutan de una figura de protección estricta, no es lo suficientemente amplia para que la biodiversidad quede salvaguardada. Las pruebas demuestran que los objetivos previstos en el Convenio sobre la Diversidad Biológica resultan insuficientes para proteger y recuperar adecuadamente la naturaleza. Se requieren medidas a nivel mundial, y la propia UE tiene que esforzarse más y mejor a favor de la naturaleza y para construir una Red Transeuropea de Espacios Naturales auténticamente coherente.
La ampliación de la superficie de espacios protegidos es, además, un imperativo económico. Una serie de estudios sobre ecosistemas marinos indican que cada euro invertido en espacios marinos protegidos puede generar un rendimiento de al menos 3 EUR. Del mismo modo, el control de adecuación de las Directivas sobre protección de la naturaleza puso de manifiesto que los beneficios de Natura 2000 ascienden a entre 200 000 y 300 000 millones EUR al año. Se calcula que las necesidades de inversión en la red pueden contribuir a la creación de hasta 500 000 puestos de trabajo.
Por el bien de nuestro medio ambiente y de nuestra economía, y para apoyar la recuperación de la UE tras la crisis de la COVID-19, tenemos que proteger la naturaleza con más empeño. En este sentido, en la UE deben estar protegidos al menos el 30 % de la superficie terrestre y el 30 % de la marina. Esto representa una superficie adicional respecto a la actual de al menos un 4 % de espacios terrestres protegidos y un 19 % de espacios marinos. El objetivo se ajusta plenamente a lo que se está proponiendo en el marco mundial para la diversidad biológica después de 2020.
En este contexto, debe prestarse una atención especial a los espacios que tengan un altísimo valor o potencial en cuanto a biodiversidad, ya que son los más vulnerables al cambio climático y requieren cuidados particulares en forma de protección estricta. En la actualidad, solo el 3 % de los espacios terrestres y menos del 1 % de los marinos disfrutan de una figura de protección estricta en la UE. Tenemos que hacer más y mejor por proteger esos espacios. En este sentido, debe protegerse estrictamente al menos una tercera parte de los espacios protegidos, lo que representa un 10 % de la superficie terrestre de la UE y un 10 % de la marina. Esto también está en consonancia con lo que se ha propuesto como ambición mundial.
Como parte de este enfoque de protección estricta, será fundamental definir, cartografiar, seguir y proteger rigurosamente todos los bosques primarios y maduros que quedan en la UE. También será importante abogar por que se haga lo mismo a nivel mundial y garantizar que la actuación de la UE no provoque deforestación en otras regiones del mundo. Los bosques primarios y maduros son los ecosistemas forestales más ricos; eliminan carbono de la atmósfera y, al mismo tiempo, lo almacenan en grandes reservas. También deben protegerse estrictamente grandes superficies de otros ecosistemas ricos en carbono, como las turberas, los pastizales, los manglares y las praderas de fanerógamas marinas, teniendo en cuenta los cambios previstos en las zonas de vegetación.
Los Estados miembros serán responsables de designar los espacios protegidos adicionales y los espacios estrictamente protegidos. Las designaciones deben contribuir a completar la red Natura 2000 o declararse en el marco de regímenes nacionales de protección. Tendrán que fijarse objetivos y medidas de conservación claramente definidos para todos los espacios protegidos. En 2020, la Comisión, en colaboración con los Estados miembros y la Agencia Europea de Medio Ambiente, presentará criterios y orientaciones para identificar y designar espacios adicionales —lo que incluirá una definición del concepto de protección estricta—, así como para planificar la gestión adecuada. En ese momento, indicará cómo podrían contribuir a los objetivos la ecologización de las ciudades y otras medidas eficaces de conservación basadas en áreas.
Los objetivos se aplican a la UE en su conjunto y podrían desglosarse por regiones biogeográficas y cuencas marítimas o a un nivel más local. Cada Estado miembro tendrá que asumir la parte que le corresponda en el esfuerzo sobre la base de criterios ecológicos objetivos, pues la cantidad y calidad de la biodiversidad varían de un país a otro. Se hará especial hincapié en la protección y recuperación de los ecosistemas marinos y terrestres tropicales y subtropicales en las regiones ultraperiféricas de la UE, habida cuenta de su altísimo valor en cuanto a biodiversidad.
Además, para conseguir una Red Transeuropea de Espacios Naturales realmente coherente y resiliente, será importante crear corredores ecológicos que eviten el aislamiento genético, propicien la migración de especies y mantengan y mejoren los ecosistemas sanos. En este contexto, deben fomentarse y apoyarse las inversiones en infraestructura verde y azul y la cooperación transfronteriza entre los Estados miembros, también a través de la cooperación territorial europea.
La Comisión tratará de acordar con los Estados miembros los criterios y orientaciones para las designaciones adicionales antes de finales de 2021. A continuación, los Estados miembros tendrán hasta finales de 2023 para demostrar que han realizado avances significativos en la designación jurídica de nuevos espacios protegidos y en la integración de corredores ecológicos. Sobre esta base, la Comisión verificará, antes de 2024, si la UE está en vías de cumplir sus objetivos para 2030 o si es necesario adoptar medidas más enérgicas, incluso legislativas, a nivel de la UE.
Por último, los países y territorios de ultramar también albergan importantes puntos clave de biodiversidad, que no se rigen por las normas de la UE en materia de medio ambiente. La Comisión anima a los Estados miembros pertinentes a que consideren la posibilidad de promover la aplicación de las mismas normas o de normas equivalentes en esos países y territorios.
2.2. Plan de Recuperación de la Naturaleza de la UE: recuperación de ecosistemas terrestres y marinos
La protección de la naturaleza no será suficiente para traerla de vuelta a nuestras vidas. Para invertir la pérdida de biodiversidad, el mundo necesita mostrar más ambición en la recuperación de la naturaleza. Europa abrirá el camino con un nuevo Plan de Recuperación de la Naturaleza de la UE. Ese plan contribuirá a mejorar la salud de los espacios actualmente protegidos y de los que se designen posteriormente, y devolverá a todos los paisajes y ecosistemas una naturaleza diversa y resiliente. Para ello será necesario reducir las presiones sobre los hábitats y las especies y garantizar la sostenibilidad de todos los usos de los ecosistemas. También habrá que apoyar la recuperación de la naturaleza, limitar el sellado del suelo y la expansión urbana y hacer frente a los problemas de la contaminación y las especies exóticas invasoras. El plan creará empleo, conciliará actividad económica y crecimiento de la naturaleza y contribuirá a garantizar la productividad y el valor de nuestro capital natural a largo plazo.
2.2.1. Reforzar el marco jurídico de la UE para la recuperación de la naturaleza
La legislación vigente de la UE ya obliga, en parte, a los Estados miembros a recuperar la naturaleza. No obstante, hay importantes lagunas en la aplicación y en la normativa que obstaculizan los avances. Por ejemplo, los Estados miembros no están obligados a adoptar planes de recuperación de la biodiversidad. No siempre se imponen objetivos ni plazos claros o vinculantes ni criterios sobre recuperación o uso sostenible de los ecosistemas. Tampoco se exige cartografiar, seguir o evaluar exhaustivamente los servicios ecosistémicos ni los esfuerzos para recuperar ecosistemas y mejorar su salud. Esos problemas se ven agudizados por las deficiencias en la aplicación de la legislación vigente que impiden que se alcancen sus objetivos. Es necesario reforzar la aplicación de la normativa y controlar su cumplimiento. Para garantizar que la naturaleza se recupere por tierra y mar, y que esa recuperación fortalezca la resiliencia de la UE y contribuya a la mitigación del cambio climático y a la adaptación a ese fenómeno como una de las principales soluciones basadas en la naturaleza, la presente estrategia presenta dos líneas de actuación:
En primer lugar, y previa evaluación de impacto, la Comisión presentará en 2021 una propuesta sobre una serie de objetivos de la UE en materia de recuperación de la naturaleza, jurídicamente vinculantes, con la finalidad de recuperar ecosistemas degradados, especialmente aquellos con mayor potencial de captura y almacenamiento de carbono, así como para prevenir catástrofes naturales y reducir su impacto, cuando se produzcan. De ese modo se determinarán las condiciones en las que deben cumplirse los objetivos, así como las medidas más eficaces para alcanzarlos. La evaluación de impacto también examinará la posibilidad de establecer una metodología a nivel de la UE para cartografiar y evaluar los ecosistemas, y lograr su buen estado, de modo que puedan ofrecer beneficios tales como la regulación climática, la regulación del agua, un suelo sano, la polinización, y la prevención de catástrofes y la protección frente a ellas.
·En este contexto, la Comisión instará a los Estados miembros a que eleven el nivel de aplicación de la legislación vigente en unos plazos claros, y les apoyará en sus esfuerzos. En particular, les pedirá que velen por que no se produzca ningún deterioro en las tendencias y el estado de conservación de ninguna de las especies y de los hábitats protegidos de aquí a 2030. Además, los Estados miembros tendrán que garantizar que al menos el 30 % de las especies y hábitats que en la actualidad no presentan un estado favorable alcancen ese estado o muestren una decidida tendencia positiva. La Comisión y la Agencia Europea de Medio Ambiente proporcionarán en 2020 orientaciones a los Estados miembros sobre la selección y priorización de especies y hábitats.
2.2.2. Traer la naturaleza de vuelta a las tierras agrícolas
Como guardianes de nuestra tierra, los agricultores desempeñan un papel fundamental a la hora de preservar la biodiversidad de la UE. Ellos son los primeros en sentir las consecuencias de la pérdida de biodiversidad, pero también en sacar partido de los beneficios de su recuperación. La biodiversidad les permite proporcionarnos alimentos seguros, sostenibles, nutritivos y asequibles, y obtener los ingresos que necesitan para prosperar y desarrollarse. Los agricultores europeos son una parte esencial del futuro de la UE y deben seguir siendo el pilar social y económico de muchas comunidades en toda la Unión.
Al mismo tiempo, algunas prácticas agrarias son responsables de la merma de biodiversidad. Por ello, es importante trabajar con los agricultores para apoyar e incentivar la transición a unas prácticas totalmente sostenibles. Mejorar la condición y la diversidad de los agroecosistemas reforzará la resiliencia del sector frente al cambio climático, los riesgos ambientales y las conmociones socioeconómicas, y, al mismo tiempo, creará puestos de trabajo, por ejemplo, en los sectores de la agricultura ecológica, el turismo rural o el ocio.
Para contribuir a la sostenibilidad a largo plazo tanto de la naturaleza como de la agricultura, la presente estrategia se aplicará conjuntamente con la nueva Estrategia «de la granja a la mesa» y con la nueva política agrícola común (PAC), en particular mediante la promoción de regímenes ecológicos y regímenes de pago basados en los resultados. A la hora de aplicar la estrategia sobre biodiversidad y la Estrategia «de la granja a la mesa», la Comisión seguirá de cerca los avances y mejoras en cuanto a seguridad alimentaria y renta de los agricultores. La Comisión velará por que los planes estratégicos de la PAC se evalúen con arreglo a sólidos criterios climáticos y ambientales, y por que los Estados miembros establezcan valores nacionales explícitos para los objetivos pertinentes establecidos en la presente estrategia, así como en la Estrategia «de la granja a la mesa». Esos planes deben abocar a prácticas sostenibles, como la agricultura de precisión, la agricultura ecológica, la agroecología, la agrosilvicultura o los pastos permanentes poco intensivos, así como a normas más estrictas en materia de bienestar de los animales.
Las aves e insectos de hábitats agrícolas, en particular los polinizadores, son indicadores clave de la salud de los agroecosistemas y son vitales para la producción agrícola y la seguridad alimentaria. Su alarmante disminución tiene que invertirse. Según lo establecido en la Estrategia «de la granja a la mesa», la Comisión tomará medidas para reducir en un 50 % el uso global de plaguicidas químicos —y el riesgo que plantean— antes de 2030 y en otro 50 % el uso de plaguicidas más peligrosos también antes de ese año. Esas medidas deben verse respaldadas por la plena aplicación de la iniciativa de la UE sobre los polinizadores. Antes de finales de 2020, la Comisión revisará la iniciativa y propondrá medidas adicionales si resulta necesario. Para proporcionar espacio a los animales y plantas silvestres, a los polinizadores y a los reguladores naturales de plagas, urge que al menos el 10 % de la superficie agraria vuelva a estar ocupado por elementos paisajísticos de gran diversidad. Aquí se incluyen, entre otras cosas, las franjas de protección, las tierras retiradas de la producción sobre la base o no de la rotación, los setos, los árboles no productivos, los muros de terraza y los estanques. Todos esos elementos contribuyen a aumentar la captura de carbono, a prevenir la erosión y el agotamiento del suelo, a filtrar el aire y el agua y a facilitar la adaptación al cambio climático. Además, una mayor biodiversidad contribuye frecuentemente a aumentar la producción agraria. Los Estados miembros tendrán que traducir ese objetivo del 10 % de la UE a una escala geográfica menor para garantizar la conectividad entre hábitats, especialmente por medio de los instrumentos y los planes estratégicos de la PAC, en consonancia con la Estrategia «de la granja a la mesa», y mediante la ejecución de la Directiva de hábitats. El avance hacia el objetivo estará sujeto a revisión continua y, en caso necesario, a un ajuste para atenuar el impacto indebido en la biodiversidad, la seguridad alimentaria y la competitividad de los agricultores.
La agroecología puede proporcionar alimentos saludables y, al mismo tiempo, mantener la productividad, aumentar la fertilidad del suelo y la biodiversidad, y reducir la huella de la producción de alimentos. La agricultura ecológica, en particular, encierra un gran potencial tanto para los agricultores como para los consumidores. Este sector crea empleo y atrae a jóvenes agricultores. La agricultura ecológica también proporciona entre un 10 y un 20 % más de puestos de trabajo por hectárea que las explotaciones convencionales, y crea valor añadido para los productos agrícolas. Para sacar el máximo partido a ese potencial, al menos el 25 % de las tierras agrícolas de la UE debe dedicarse a la agricultura ecológica de aquí a 2030. Además de las medidas de la PAC, la Comisión presentará un plan de acción sobre agricultura ecológica que ayude a los Estados miembros a estimular tanto la oferta como la demanda de productos ecológicos. También asegurará la confianza de los consumidores a través de campañas de promoción y de la contratación pública ecológica. A la hora de aplicar los objetivos agroecológicos de la UE establecidos en la presente estrategia y en la Estrategia «de la granja a la mesa», se tendrán en cuenta los distintos puntos de partida y las diferencias en los avances ya realizados en los Estados miembros.
Debe generalizarse la utilización de medidas de apoyo a la agrosilvicultura en el marco del desarrollo rural por su gran potencial para aportar múltiples beneficios a la biodiversidad, las personas y el clima. También debe frenarse la merma de diversidad genética, en particular facilitando el uso de variedades tradicionales de cultivos y razas. Esto también reportaría beneficios para la salud derivados de una alimentación más variada y nutritiva. La Comisión está considerando la posibilidad de revisar las normas de comercialización de variedades tradicionales de cultivos con el fin de contribuir a su conservación y consumo sostenible. La Comisión también tomará medidas dirigidas a facilitar el registro de variedades de semillas, incluso para la agricultura ecológica, y facilitar el acceso al mercado de variedades tradicionales y adaptadas a las condiciones locales.
2.2.3. Hacer frente a la ocupación del suelo y recuperar ecosistemas edáficos
El suelo es uno de los ecosistemas más complejos. Es un hábitat por derecho propio y alberga una extraordinaria diversidad de organismos que regulan y controlan unos servicios ecosistémicos tan esenciales como la fertilidad del suelo, el ciclo de los nutrientes y la regulación climática. El suelo es un recurso no renovable de enorme importancia, vital para la salud humana y económica y para la producción de alimentos y nuevos medicamentos. En la UE, la degradación del suelo está teniendo graves consecuencias económicas y ambientales. Una de las causas principales de esta situación es una ordenación del territorio deficiente: la deforestación, un pastoreo excesivo, unas prácticas agrícolas y forestales insostenibles, las actividades de construcción y el sellado del suelo
33 . A pesar de la reciente disminución del ritmo de sellado del suelo, siguen ocupándose y perdiéndose suelos fértiles por la expansión urbana. Agravados por el cambio climático, los efectos de la erosión y las pérdidas de carbono orgánico del suelo resultan cada vez más patentes. La desertificación también es una amenaza creciente en la UE. Por consiguiente, resulta indispensable redoblar esfuerzos para proteger la fertilidad del suelo, reducir su erosión y aumentar su materia orgánica. Esto debe hacerse adoptando prácticas sostenibles de gestión del suelo, en particular en el marco de la PAC. También debe avanzarse mucho en la detección de suelos contaminados, la recuperación de suelos degradados, el establecimiento de las condiciones de un buen estado ecológico, la introducción de objetivos de recuperación y la mejora del seguimiento de la calidad del suelo.
Para abordar estas cuestiones de una manera global y ayudar a cumplir los compromisos internacionales y de la UE en materia de neutralidad en la degradación de las tierras, la Comisión actualizará en 2021 la Estrategia temática de la UE para la protección del suelo. El plan de acción «contaminación cero» para el aire, el agua y el suelo, que la Comisión adoptará en 2021, también se ocupará de esos asuntos. El sellado del suelo y la rehabilitación de solares contaminados se abordarán en la próxima estrategia para un entorno construido sostenible. Como parte de Horizonte Europa, se llevará a cabo una misión sobre salud del suelo y alimentos que tendrá como objetivo encontrar soluciones para recuperar la salud y las funciones del suelo.
2.2.4. Aumentar la cantidad de bosques y reforzar su salud y resiliencia
Los bosques son sumamente importantes para la biodiversidad y la regulación del clima y del agua, el suministro de alimentos, medicinas y materiales, la captura y almacenamiento de carbono, la estabilización del suelo y la depuración del aire y el agua. También son un entorno natural para actividades recreativas y para adquirir conocimientos sobre la naturaleza. Los silvicultores desempeñan una función esencial a la hora de garantizar un manejo forestal sostenible y de recuperar y mantener la biodiversidad de los bosques. Además de proteger estrictamente todos los bosques primarios y maduros que quedan en su territorio, la UE debe aumentar la cantidad, calidad y resiliencia de sus bosques, en particular contra los incendios, las sequías, las plagas y otras amenazas que puedan agravarse con el cambio climático. La preservación de la salud de todos los bosques es fundamental para que estos puedan seguir realizando sus funciones a favor de la biodiversidad y del clima. Unos bosques más resilientes actúan a favor de una economía más resiliente. También desempeñan un papel importante a la hora de proporcionar materiales, productos y servicios que son fundamentales para la bioeconomía circular.
Para ello, la Comisión propondrá en 2021 una estrategia forestal específica de la UE, en consonancia con nuestras ambiciones más amplias en materia de biodiversidad y neutralidad climática. Esa estrategia incluirá una hoja de ruta para la plantación de al menos 3 000 millones de árboles en la UE de aquí a 2030, respetando plenamente los principios ecológicos. Esto creará grandes oportunidades de empleo vinculado a la recogida y cultivo de semillas y plántulas y al cuidado de su desarrollo. La plantación de árboles es especialmente beneficiosa en las ciudades, mientras que en las zonas rurales puede funcionar bien con la agrosilvicultura, elementos paisajísticos y el aumento de la captura de carbono. Al mismo tiempo, la Comisión seguirá trabajando con los Estados miembros con vistas a que la UE esté suficientemente equipada para prevenir los grandes incendios forestales, que pueden causar daños significativos a la biodiversidad forestal, y ser capaz de actuar cuando se produzcan. La forestación, la reforestación y la plantación de árboles en favor de la biodiversidad y la recuperación de ecosistemas se promoverán a través de los planes estratégicos de la PAC y los fondos de la política de cohesión. La nueva Plataforma Europea para la Ecologización de las Ciudades también facilitará la plantación de arbolado urbano, en particular en el marco del programa LIFE. El porcentaje de zonas forestales cubiertas por planes de gestión debe ampliarse para incluir todos los bosques de gestión pública y un número mayor de bosques privados, y deben seguir aplicándose y desarrollándose prácticas respetuosas con la biodiversidad, como la silvicultura cercana a la naturaleza. Para que esto ocurra, la Comisión desarrollará orientaciones sobre la forestación y reforestación respetuosas de la biodiversidad y las prácticas forestales cercanas a la naturaleza. Esto se hará en paralelo a la nueva estrategia forestal de la UE.
Para conocer mejor el estado de salud de los bosques europeos, la Comisión trabajará con otros proveedores de datos para seguir desarrollando el Sistema de Información Forestal para Europa. De ese modo se facilitará la realización de evaluaciones actualizadas del estado de los bosques europeos y la conexión de todas las plataformas web de datos forestales de la UE. Esta medida se presentará también como parte de la estrategia forestal de la UE.
2.2.5. Soluciones para la generación de energía beneficiosas para todas las partes
La descarbonización del sistema energético es fundamental para la neutralidad climática, así como para la recuperación de la UE tras la crisis de la COVID-19 y la prosperidad a largo plazo. Un abastecimiento más sostenible de energías renovables va a resultar fundamental para combatir el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. La UE dará prioridad a soluciones tales como la energía oceánica, los parques eólicos marinos, que además permiten que se regeneren las poblaciones de peces, y los parques de paneles solares, que proporcionan una cobertura del suelo respetuosa con la biodiversidad, así como la bioenergía sostenible. Para atenuar los riesgos climáticos y ambientales generados por el uso creciente de determinadas fuentes de bioenergía, la Directiva sobre energías renovables revisada incluye unos criterios de sostenibilidad reforzados. Esa Directiva también promueve el paso a biocombustibles avanzados derivados de desechos y residuos no reutilizables y no reciclables. Este enfoque debe seguir aplicándose con respecto a todas las formas de bioenergía y, para la producción de energía, debe reducirse al mínimo el uso de árboles enteros y de cultivos alimentarios y forrajeros, tanto procedentes de la UE como importados. Para comprender y seguir mejor los posibles riesgos climáticos y para la biodiversidad, la Comisión está evaluando la oferta y la demanda de biomasa a nivel mundial y de la UE, y su sostenibilidad. Como parte del aumento de su nivel de ambición en la protección y recuperación de los ecosistemas forestales, la Comisión publicará antes de finales de 2020 los resultados de este trabajo sobre el uso de biomasa forestal para la producción de energía. Esa labor servirá de base para la formulación de políticas de la Comisión, incluidos el examen y la revisión, cuando resulte necesario, del nivel de ambición de la Directiva sobre energías renovables, del régimen de comercio de derechos de emisión y del Reglamento sobre el uso de la tierra, el cambio de uso de la tierra y la silvicultura (UTCUTS), previstos para 2021. En consonancia con la Directiva sobre energías renovables, la Comisión también elaborará en 2021 orientaciones operativas sobre los nuevos criterios de sostenibilidad para la biomasa forestal con fines energéticos. En 2021 también estudiará los datos sobre los biocombustibles con alto riesgo de provocar un cambio indirecto del uso de la tierra y establecerá una trayectoria para su eliminación gradual de aquí a 2030.
El objetivo general consiste en garantizar que el marco regulador de la UE en materia de bioenergía esté en consonancia con el aumento del nivel de ambición establecido en el Pacto Verde Europeo.
2.2.6. Recuperación del buen estado medioambiental de los ecosistemas marinos
Unos ecosistemas marinos recuperados y adecuadamente protegidos aportan grandes beneficios sanitarios, sociales y económicos para las comunidades costeras y la UE en su conjunto. La necesidad de una actuación más decidida es extremadamente acuciante, ya que la pérdida de biodiversidad de los ecosistemas marinos y costeros se ve considerablemente agravada por el calentamiento global. La consecución de un buen estado medioambiental de los ecosistemas marinos, incluso mediante la designación de espacios estrictamente protegidos, debe incluir la recuperación de ecosistemas ricos en carbono, así como importantes zonas de desove y criaderos. Algunos de los usos que actualmente se hacen del mar ponen en peligro la seguridad alimentaria, los medios de subsistencia de los pescadores y los sectores de la pesca y el marisco. Los recursos marinos deben aprovecharse de manera sostenible, y tiene que aplicarse una política de tolerancia cero a las prácticas ilegales. A este respecto, resulta esencial la plena aplicación de la política pesquera común de la UE, de la Directiva marco sobre la estrategia marina y de las Directivas de aves y hábitats. La aplicación de un enfoque de gestión ecosistémica con arreglo a la legislación de la UE reducirá los efectos negativos de la pesca, las actividades extractivas y otras actividades humanas, sobre todo en las especies sensibles y en los hábitats de los fondos marinos. Para ello, los planes nacionales de ordenación marítima, que los Estados miembros deben presentar en 2021, han de proponerse abarcar todas las actividades y sectores marítimos e incluir medidas de gestión y conservación basadas en áreas.
La Comisión, además, propondrá, antes de 2021, un nuevo plan de acción para conservar los recursos pesqueros y proteger los ecosistemas marinos. Cuando resulte necesario, se introducirán medidas para limitar el uso de los artes de pesca más dañinos para la biodiversidad, en particular para los fondos marinos. La Comisión estudiará también cómo conciliar el uso de los artes de pesca de arrastre de fondo con los objetivos en materia de biodiversidad, dado que hoy en día ese tipo de pesca es la actividad más perjudicial para el fondo marino. Esto debe hacerse de una manera justa y equitativa para todos. El Fondo Europeo Marítimo y de Pesca también debe apoyar la transición hacia técnicas de pesca más selectivas y menos perjudiciales. Unas poblaciones de peces sanas son fundamentales para la prosperidad a largo plazo de los pescadores y para la salud de nuestros océanos y la biodiversidad. Esto hace aún más importante mantener o reducir la mortalidad por pesca hasta los niveles de rendimiento máximo sostenible o por debajo de ellos. De ese modo se contribuirá a lograr una sana distribución por edades y tallas de todas las poblaciones de peces. También es preciso eliminar las capturas incidentales de especies en peligro de extinción o reducirlas a un nivel que permita una recuperación total. Lo mismo debe hacerse en el caso de las especies que se encuentran en mal estado de conservación o medioambiental. Además, tienen que suprimirse las capturas incidentales de otras especies o, cuando ello no sea posible, reducirse al mínimo, de modo que no pongan en peligro su estado de conservación. A tal fin, es necesario intensificar la recogida de datos sobre las capturas incidentales de todas las especies sensibles. Además, tienen que establecerse medidas de gestión de la pesca en todas las zonas marinas protegidas con arreglo a objetivos de conservación claramente definidos y sobre la base de los mejores dictámenes científicos disponibles.
2.2.7. Recuperación de ecosistemas de agua dulce
El marco jurídico de la UE sobre el agua es ambicioso, pero su aplicación se está retrasando y deben reforzarse las medidas de control de su cumplimiento. Es necesario redoblar esfuerzos para recuperar ecosistemas de agua dulce y las funciones naturales de los ríos con el fin de alcanzar los objetivos de la Directiva marco del agua. Esto puede lograrse eliminando o adaptando las barreras que impiden el paso de los peces migratorios y mejorando el flujo de agua y sedimentos. Para ello, de aquí a 2030 al menos 25 000 km de ríos volverán a ser de caudal libre, mediante la eliminación de los obstáculos esencialmente obsoletos y la recuperación de llanuras aluviales y humedales. En 2021, la Comisión proporcionará orientaciones y apoyo de carácter técnico a los Estados miembros para identificar lugares y contribuir a movilizar fondos, en consulta con todas las autoridades pertinentes. Las autoridades de los Estados miembros deben revisar los permisos de extracción y embalse de agua para restablecer caudales ecológicos, con el fin de que, a más tardar en 2027, todas las aguas superficiales presenten un buen estado ecológico o un buen potencial ecológico, y todas las aguas subterráneas, un buen estado, tal como exige la Directiva marco del agua. A tal efecto, de aquí a 2023, la Comisión proporcionará asistencia técnica a los Estados miembros sobre las medidas que deban adoptar. En general, las inversiones a gran escala en la recuperación de ríos y llanuras aluviales pueden dar un fuerte impulso económico al sector de las labores de recuperación y a actividades socioeconómicas locales tales como el turismo y el ocio, y mejorar al mismo tiempo la regulación del agua, la protección contra las inundaciones, los hábitats de viveros de peces y la eliminación de la contaminación por nutrientes.
2.2.8. Ecologizar las zonas urbanas y periurbanas
Los espacios verdes urbanos, desde los parques y jardines hasta las cubiertas verdes y las granjas urbanas, ofrecen una amplia gama de beneficios para las personas, así como oportunidades para las empresas y refugio para la naturaleza. Reducen la contaminación atmosférica, acuática y acústica, proporcionan protección contra inundaciones, sequías y olas de calor, y mantienen el vínculo entre los seres humanos y la naturaleza. Los recientes confinamientos obligados por la pandemia de COVID-19 han puesto de manifiesto el valor de los espacios verdes urbanos para nuestro bienestar físico y mental. Aunque se ha reforzado la protección de algunos espacios verdes urbanos, ese tipo de zonas suelen salir perdiendo en la competencia por suelo a medida que aumenta el porcentaje de la población que vive en zonas urbanas. La presente estrategia tiene por objeto invertir esas tendencias y detener la pérdida de ecosistemas verdes urbanos. La promoción de ecosistemas sanos, de la infraestructura verde y de soluciones basadas en la naturaleza debe integrarse sistemáticamente en la planificación urbanística, en particular en las infraestructuras, los espacios públicos y el diseño de edificios y su entorno. A fin de traer la naturaleza de vuelta a las ciudades y recompensar las actuaciones comunitarias, la Comisión hace un llamamiento a las ciudades europeas de 20 000 habitantes o más para que elaboren, antes de finales de 2021, ambiciosos planes de ecologización urbana que incluyan medidas para crear bosques urbanos, parques y jardines accesibles y ricos en biodiversidad; granjas urbanas; muros y cubiertas verdes; calles arboladas; praderas urbanas y setos urbanos. Además, deben contribuir a mejorar las conexiones entre espacios verdes, eliminar el uso de plaguicidas y limitar el corte excesivo del césped en espacios verdes urbanos y otras prácticas perjudiciales para la biodiversidad. Esos planes podrían movilizar instrumentos políticos, reglamentarios y financieros. Para facilitar esa labor, la Comisión establecerá en 2021 una Plataforma de la UE para la Ecologización de las Ciudades, en el marco de un nuevo «Acuerdo de Ciudad Verde» con ciudades y alcaldes. Esto se llevará a cabo en estrecha coordinación con el Pacto Europeo de los Alcaldes. Los planes de ecologización urbana desempeñarán un papel central a la hora de elegir el ganador de los premios «Capital Verde Europea» de 2023 y «Hoja Verde Europea» de 2022.
La Comisión apoyará a los Estados miembros y a las autoridades locales y regionales por medio de orientaciones técnicas, y contribuirá a movilizar fondos y a desarrollar capacidades. También reflejará esos objetivos en el Pacto Europeo sobre el Clima.
2.2.9. Reducir la contaminación
La contaminación es uno de los principales factores causantes de la pérdida de biodiversidad y tiene un impacto negativo en nuestra salud y el medio ambiente. Aunque la UE dispone de un marco jurídico sólido para reducirla, sigue siendo necesario un mayor esfuerzo. La biodiversidad se ve afectada por la liberación de nutrientes, plaguicidas químicos, productos farmacéuticos, productos químicos peligrosos, aguas residuales urbanas e industriales y otros residuos, incluidos la basura y los plásticos, y todas esas presiones tienen que reducirse. En el marco de la ambición de la Comisión «aspirar a una contaminación cero para un entorno sin sustancias tóxicas», se presentará una nueva estrategia de la UE en el ámbito de las sustancias químicas con vistas a la sostenibilidad, junto con un plan de acción «contaminación cero» para el aire, el agua y el suelo. La Comisión también promoverá el objetivo de «contaminación cero» en el caso de los flujos de nitrógeno y de fósforo procedentes de fertilizantes, mediante una reducción mínima del 50 % de las pérdidas de nutrientes, garantizando al mismo tiempo que el suelo no pierda fertilidad. Así se conseguirá reducir el uso de fertilizantes en un 20 % como mínimo. Esto se logrará ejecutando y haciendo cumplir plenamente la legislación medioambiental y climática pertinente, determinando con los Estados miembros las reducciones de la carga de nutrientes que son necesarias para alcanzar estos objetivos, aplicando una fertilización equilibrada y una gestión sostenible de los nutrientes, y gestionando mejor el nitrógeno y el fósforo a lo largo de todo su ciclo de vida. A tal fin, en 2022 la Comisión elaborará, en colaboración con los Estados miembros, un Plan de acción para una gestión integrada de los nutrientes. La Estrategia «de la granja a la mesa» tendrá por objetivo la reducción del uso y del riesgo de los plaguicidas y propiciará una aplicación más amplia de la gestión integrada de plagas. Como parte de ello, se intensificará la evaluación de los riesgos ambientales de los plaguicidas. La presión ejercida por los plásticos se intenta aliviar, en particular, mediante la aplicación de la estrategia europea para el plástico y el nuevo Plan de acción para la economía circular.
La Comisión elaborará un conjunto de indicadores en relación con la reducción progresiva de la contaminación, y establecerá valores de referencia para facilitar el seguimiento de los avances. Las presiones que ejercen los desechos marinos y el ruido subacuático ya se abordan en la Directiva marco sobre la estrategia marina.
2.2.10. Lucha contra las especies exóticas invasoras
Las especies exóticas invasoras pueden socavar enormemente los esfuerzos por proteger y recuperar la naturaleza. Además de causar graves daños a la naturaleza y la economía, muchas especies exóticas invasoras facilitan también el brote y la propagación de enfermedades infecciosas que suponen una amenaza para los seres humanos y la vida silvestre. El índice de liberación de especies exóticas invasoras ha aumentado en los últimos años. De las 1872 especies que en la actualidad se consideran amenazadas en Europa, 354 lo están por especies exóticas invasoras. Si no se adoptan medidas de control eficaces, seguirá aumentando la tasa de invasión y se agravarán los riesgos para la naturaleza y nuestra salud. Además, debe acelerarse la aplicación del Reglamento de la UE sobre especies exóticas invasoras y otros actos legislativos y acuerdos internacionales que sean pertinentes. El objetivo debe ser reducir al mínimo y, cuando sea posible, detener totalmente la introducción y el establecimiento de especies exóticas en el medio ambiente de la UE. Lo que se pretende es gestionar las especies exóticas invasoras establecidas y reducir en un 50 % el número de especies de la Lista Roja que están amenazadas por ellas.
3.- Disposicións e documentación.
Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social europeo y al Comité de las Regiones. Estrategia de la UE sobre la biodiversidad de aquí a 2030 Reintegrar la naturaleza en nuestras vidas. Bruselas, 20.5.2020. COM/2020/380 final. [Descarga:
EUR-Lex].